viernes, 28 de enero de 2011

Mi Platero y yo y yo XVIII

CAPÍTULO XVIII: NOSTALGIA PLATERESCA

Platerillo, ¿tú me sonríes todavía, verdad?

Tú todavía te ríes, Platerete, porque ves que me enredo en esta maraña de ausencias, aún sonríes porque a veces me percibes abrasada por vacíos y nostalgias. Tú sonríes porque sabes que es un juego, porque conoces el tesoro del recuerdo.

¡Ay, Platerito mío!, ¿verdad que tú me sonríes todavía?

¡Mira tú por donde!, se me contagian tus sonrisas. Hay que ver, Platerillo mío, por dónde acaban apareciendo las sonrisas. Uno nunca sabe, Platerete, dónde le esperan las maravillas.

Mi Platero y yo: esta nostalgia plateresca no está triste, ¿cómo podría estarlo? Nuestro torrente de recuerdos se halla intacto, nuestro arroyo de lirios amarillos se mantiene fluyendo, nuestra calle del nido continúa canturreando. El loco alado te sigue buscando, Platerito mío.

¿Verdad que sonríes todavía?

Eres tan precioso, Platerito, tan precioso, que yo digo que el espíritu de las letras conservará por siempre tu colina de los pinos, alentará en todas partes la llama de tus paisajes.

Mi Platero y yo está volando, está de expedición en el sol de un nuevo amanecer. Un caminante de nubes, un paseante de estelas es mi Platerillo. Burbujas de florecillas surgen en la cama en la que reposabas.

Platerillo, ¿tú me sonríes todavía, verdad?

Sí, tú me sonríes.

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