Un
joven extranjero paseaba por la blanca arena de una playa española,
bajo
un
sol justiciero, cuando dos muchachitas, repantigadas en sendas
toallas,
llamaron
su atención. Las jóvenes le habían dirigido tal derroche de
sonrisas, a
cual
de ellas mas irresistible, que no pudo evitar acercarse.
─¿Hola?
─saludo.
─Hola
─respondieron ellas al unisono rebosando simpatía.
─¿Hablas
español? ─pregunto una de ellas, con melena morena y ojos
aguamarina.
─“Unos
poquitos” ─respondió el incauto, sentándose junto a ellas.
─.De
donde eres?
─England.
“.Y tu de donde ser?”
─Yo
soy de Venus, estrella de la tarde ─dijo la morena.
─Yo
soy de Eridanus, cerca de Taurus ─imito la otra, de cabello castaño
con atigrados y
despiertos
ojos marrones.
─“No
conocer esos pueblos aún” ─lamentó─. “Llevar en España un
poquito”.
Las
dos chicas prorrumpieron en carcajadas.
─“¿Vosotros
reír de mi spanish, verdad?” ─preguntó, riéndose a su vez─.
“Me
da
vergonza”.
─Que
no te de vergüenza, tonto. Ademas, no nos reíamos de tu español,
lo
hablas
muy requetebién ─aseguro la de mirada atigrada.
─¡Oh!
“Muchos gracias”. “¿Como llamar vosotros?”
─Yo
me llamo Luna Mágica, pero puedes llamarme Lu ─dijo la poseedora
de los
ojos
aguamarina.
─Yo
soy Resplandor Matutino, pero llámame Re ─contestó la otra
muchachita.
─Oh,
“que nombres muy raros”.
─Son
nuestros nombres de alma ─respondió Luna Mágica─. Si quieres te
podemos
buscar el tuyo ─se ofreció, solicita.
─“Yo
no tener de eso”.
─¡Qué
tonto, todo el mundo lo tiene! No te preocupes. Ahora mismo me
sumerjo
en tus ojos y te lo digo.
─Oh,
“esta bueno” ─accedió el ingles.
Luna
Mágica se acerco nariz con nariz al pobre extranjero y estuvo sus
seis
minutos
de reloj mirándole a los ojos.
─Ya
está, te lo he encontrado. Tu nombre es Flecha Encorvada ─anunció
exultante.
─“¿Que
significar encorvada?”
─No
lo sabemos ─respondió Resplandor Matutino sorprendida por la
pregunta─.
Puede significar muchas cosas. El universo de los demás es super
impenetrable.
Tendrás que descubrirlo tu. Pero dinos, Flecha, ¿qué te parece
España?
─Incredible.
Muy sensual ─definió.
─¿Cómo?
No, no, no. De ninguna manera. Los españoles ya no somos así, ya
hemos
superado esa etapa. Ahora estamos toditos todos conectados con
nuestro
yo interior. España ha iniciado su camino hacia el nirvana, pronto
tendrá
ya su karma liberado y todos sus chakras armonizados.
─“Yo
no entender” ─reconoció el chaval.
─¡Qué
tonto! Pues si es muy fácil… Significa que nos hemos divinizado,
vamos.
Que ahora nos preocupamos por si los chakras giran correctamente y
procuramos
darle una patada en el culo al karma varias veces al día ─soltó
Resplandor.
─Si
─corroboro Luna─. Y también por meditar trascendentalmente. Es
super
importante
nirvanizarse ─añadió.
─“¿Y
como hacer vosotros todo eso?”
─Bueno…
Nos ayuda nuestro gurú ─reconoció Resplandor.
─¡Wow!
“Vosotros tener gurú” ─exclamó asombrado─. “¿Como llamar
gurú?”
─Halcón
Garra Penetrante ─respondieron ambas muy orgullosas.
─Oh,
“es nombre muy bonito. Gustar mas que mio”.
─No,
no ─le censuró Luna Mágica─. Eso no lo puedes decir, porque el
universo
entenderá
que no te amas y entonces no te amara el. El universo es un espejo
que
refleja tu mundo.
─ “Yo
entender nada”.
─¡Ah!
Nosotras también. Comprender la nada es esencial para tener los
chakras
armonizados ─apuntó Resplandor.
─Re,
creo que Fle se refería a que no ha entendido nada de lo que le he
dicho
del
universo ─tradujo Luna a Resplandor.
─Sí
─corroboró Flecha Encorvada, un poco mareado ya.
─¡Qué
tonto! ─exclamó Resplandor soltando unas risitas─. Si es muy
fácil, Fle,
solo
tienes que cuidar tu chi.
─Ah,
“ya comprender” ─dijo él sin comprender nada─. Y “¿que
estar haciendo
aquí?”
─cambio de tema, evitando un posible derrame cerebral fulminante.
─Oh,
estamos esperando a Halcón Garra Penetrante ─respondió Luna
Mágica.
─¡Wow!
“¿Venir el?”
─No,
vamos nosotras en su busca. Nos ha dicho que esperemos la señal.
─¿Qué
señal?
─Cuando
la gaviota cruce la tercera nube del atardecer nos sumergiremos en
el
mar y bucearemos hasta encontrarnos con un pez verde y amarillo, que
nos
guiara
hasta la cueva de los cristales sumergidos.
─¿Whaaaaat?
“¿Y donde estar sus cylinders de oxigeno?” ─les preguntó
contrariado.
─No
las necesitamos ─respondió Resplandor, muy tranquila─. Halcón
Garra
Penetrante
nos dijo que antes de sumergirnos invocáramos a la diosa oceánica
para
que ella nos insuflara el oxigeno.
─No,
no, “no poder ser, no poder hacer eso”.
─Por
supuesto que podemos. Mira ─señaló hacia el cielo─, ahí esta
la señal,
ya
viene la gaviota. ¿La ves, Lu?
─Sí,
esta a punto de atravesar la tercera nube ─respondió esta,
emocionadísima.
─“Yo
ver nada” ─dijo Flecha, recorriendo todo el cielo con la mirada.
─Claro,
Halcón Garra Penetrante nos dijo que solo la veríamos nosotras.
Vamos
Lu ─dijo Resplandor, levantándose y agarrando de la mano a su
amiga.
─No,
no, no, oh fucking God. “¡No meter vosotros en el agua!” “!No
meter
vosotros
en el agua!” ─chilló como loco el inglés.
Sin
embargo, para colmo de su estupefacción, las vio correr hacia el mar
agarradas
de la mano sin que hicieran el menor caso a sus gritos. Al
contemplar
como se sumergían se llevó las manos a la cabeza, no podía
pensar
debido a tan rocambolesca situación. Pasados unos segundos, nuestro
héroe
reaccionó y buscó su móvil con manos temblorosas para llamar a
emergencias.
Pero sus dedos parecían resueltos a ejecutar al completo el baile
de
San Vito.
─¡Holy
fucking God! ─estalló, tras caérsele el móvil a la arena.
Una
vez hubo recogido el teléfono, lo agarró con fuerza y ya se
disponía a
marcar
cuando vio salir dos cabezas a la superficie.
─¡Flecha
Encorvada! ─chilló, risueña, Luna Mágica─ ¡Era una broma!
─¡Pobrecito!
Se lo ha creído ─exclamó, muerta de risa, Resplandor─ ¡No te
enfades,
Fle! ¡Tienes que nirvanizarte! ¡Haz el Om con nosotras! Om, om, om
─recitó
muy seria, poniendo los brazos en posición meditativa.
─¡Eso,
eso! ─dijo entusiasmada Luna Mágica, imitando la posición de su
amiga─.
¡No te vayas, Fle! ¿No quieres hacer el tantra con nosotras?
─¡Bitches!
¡Mad girls! ─aulló él como respuesta, con la cara descompuesta
aún─
¡Spanish bastards! ─se le oyó decir mientras se alejaba, dando
patadas
en
la nívea arena.