viernes, 28 de enero de 2011

Mi Platero y yo y yo I

CAPÍTULO I: MI PLATERO Y YO

Mi Platero y yo es pequeño, negro, suave. Por fuera no dice gran cosa, pero en su interior contiene la frescura del rocío, la sabiduría de un loco, el lacerante filo de mil púas.

Mi Platero y yo me habla de paisajes granas, me cuenta aventuras y desventuras de un viejo canario verde, sabe cómo amplificarme el imperecedero eco de lo inmutable.

Mientras mi Platero y yo y yo paseamos por el vergel del carnaval de la vida seguimos la ruta de las hormiguillas que vamos encontrándonos por el camino, jugamos con las mariposas blancas que se nos acercan, es un alivio para nosotros poder paladear su compañía.

Al anochecer, como yo sufro de nocturnidad, mi Platero y yo me descansa el alma, acunándomela en el hueco de su silencio.
Mi Platero y yo me protege del frío, me resguarda de los escalofríos de esta mascarada.

Cuando volvemos a casa, después de enseñarle a mi Platero y yo las flores y las estrellas, nos adentramos juntos en el firmamento de su mundo, donde no crecen guerras, y donde nada se sabe del tedio.

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