viernes, 28 de enero de 2011

Mi Platero y yo y yo XIV

CAPÍTULO XIV: LA LUNA EN EL RÍO

Tierra y alas, Platerete, tierra y alas. Cavernas y cúspides, Platerón, cavernas y cúspides... Mi Platero y yo sonríe, ya llega la luna.

-¡Mírala, Platero! Mira cómo se deja llevar, acostada sobre el río...

Mi Platero y yo y yo sonreímos. El reflejo de la luna en el río algo nos recuerda. ¿Y no seremos, nosotros los hombres, Platerillo, como un reflejo en el río de la vida, y nuestro verdadero ser se encuentre más allá del reflejo?
Como Platerillo es medio humano (como descendiente de humano que es), me entiende perfectamente, y le veo como un aura diferente cuando de estos astros y espejos le hablo.

-¡Mírala, Platero! Mira cómo se deja acariciar por las hojas, por las ramas, por las flores que encuentra por el sendero del río.

Cuando el reflejo de la luna se marcha, pues pronto estará aquí la mañana, mi Platero y yo y yo sonreímos. Todo nos recuerda a una frase de un gran amigo que encanta a mi Platero y yo cada vez que le leo las cosas que él dice: “Nacer es salir y morir es entrar”.

Cuando el reflejo de la luna nace en el río una parte de sí misma se asoma fuera de su totalidad, se sale de su conjunto. Cuando el reflejo de la luna desaparece retorna a sí misma, vuelve a entrar a la realidad de donde provino.

-¡Ay, Platerillo, tierra y alas, cavernas y cúspides, Platerete!

No hay comentarios:

Publicar un comentario