jueves, 30 de agosto de 2012

Lady Alma


Ella traía huracanes en su voz afilada, espumosa, brillantemente negra.
Era un ángel disfrazado de oscuridad. Porque sólo en la oscuridad se vislumbran las estrellas.
Ella traía la calma con voz atormentada, te golpeaba tiernamente. Sonaba inmortal.
Era honesta en un mundo adorador de la falsedad, un mundo adicto a lo prefabricado. No pudo encajar en ese mundo, bendita sea. También por eso la amamos.
Ella era puñal sonoro y flor de loto, hermoso desafío. Era amor roto recomponiéndose a sí mismo, fuertemente vulnerable. Era demonio divino, luz profunda en oscuridad palpable.
Se encarnaba la música en su voz. Te llenaba el cuerpo de escalofríos.
Ella era como la vida, paradójica siempre. Exponiéndose a las sombras alumbró con sus tinieblas.
En una noche de verano quedaron congelados canciones y versos, un gélido viento de invierno trajo el adiós irreversible.
Ella regresó a la luz, y nosotros volvimos a la oscuridad.

Luto. Por siempre de luto. Un luto tatuado en la piel, sobre el corazón, que duele al respirar.
La prestidigitadora de sonidos silenció su voz genuina.
Se fue volando la voz de las lágrimas negras, la de los bellos lamentos, la que te amarraba con las cuerdas de su garganta.
Este luto llora los corazones rotos, busca en las nubes herraduras, plumas, notas musicales para poblar la soledad que ella dejó, para comprender lo que repite el eco del destino. Sueña con anclas que le liberan.
Le sobrevuelan mariposas negras y blancas si pregunta dóndes y porqués, siente la libertad de un pájaro al que nunca cortarán las alas, bucea las noches rodeado de música atemporal que ella tejió con su dolor y su color.
Aunque hay fantasmas de ausencia, este luto también tiene su luz. No se compadece a sí mismo, todas las huellas le enseñan algo. Destellos sonoros como rayos escucha con otros oídos. Siembra vida con tarareos olvidados y oye cómo germinan sus sonidos en el Jardín Oscuro. No hay fallos, no hay errores merodeando en este luto. Es un luto de luz, sabe que todos somos dueños de nosotros mismos. No son lágrimas de pena las que derrama y con las que alimenta su Jardín Oscuro. Todo forma parte de algo, no hay amargura en la partitura de este luto.
Con sus alas de águila ella ha vuelto al lugar que está más allá del arco-iris. Mientras, su vibrante y viviente legado resuena con sus acordes como un blues que se reproduce hasta el infinito.
Ella cantó con el corazón roto, pero este luto sonríe, porque sabe que su música sanó y sanará a muchos otros. Ha aprendido de ella que un corazón roto puede curar a otro corazón roto.
Ella ha volado, aún tintinea el aleteo de su alma en mis oídos. Pero este luto baila al compás de su recuerdo vivo. Y no olvidará la melodía. No, no, no.
Descansa en música, Lady Soul.