Pufff, pufff, pufff...
Te odio a muerte, lector.
Eres mi peor enemigo.
Juro que he de acabar contigo.
Con todas mis fuerzas lo persigo.
Y te prometo que si no lo consigo,
lo hará otro ofendido poema asesino.
Por todos los versos ultrajados, lector,
reclamo venganza, vil enjuiciador.
Pufff, pufff, pufff...
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