martes, 8 de febrero de 2011

A la orilla del eclipse

Todo está en todo, compañero marinero, susurraban los otoños, ¿puedes estar en paz con eso? Todo está en todo.
Sé de un oasis, aseguraba el desierto, ¿podrías tú correr la voz? Que no se olvide mi oasis, por favor.
No sé transcribir lo que decían las mariposas, porque sus palabras eran muy resbaladizas, pero el mensaje seguía siendo el mismo: todo está en todo.
A la orilla del eclipse. Todo sucedió a la orilla de un eclipse, cuando toda lejanía se percibe cercana. Es la misma historia que cuentan y cantan las flores, cuando no están dormidas. (No despiertes a las flores dormidas, mantén siempre su cuento encendido hasta que despierten).
A la orilla del eclipse, es fácil que lo hayas visto o sentido. No es fácil vestirlo con palabras, tampoco es fácil dejar de intentarlo, transcribir el recuerdo es una manera de memorizarlo, para no olvidar lo que se sabe. Es paradoja y no es paradoja. Es así.
No hay, por ahora, otra forma de vislumbrar el camino, compañero caminante. La voz de esta orilla se habla a sí misma, se da pistas y se deja las huellas por este camino mágico y tortuoso. Pues tú sabes tan bien como yo, caminante compañero, que lejos de la orilla es fácil perderse. Parece que no sabemos lo que hay de sino y lo que hay de destino. Eso dicen, aventurero amigo.
A la orilla del eclipse todos saben que todo está en todo. ¿Puedes tú correr la voz?
Aunque no importa, eso lo sabes. Porque todo está ya hecho, todo es sólo baile, a la orilla de un eclipse. Eso ya lo sabes, compañero marinero.
Surcar, atravesar, navegar, volar, amigo tripulante. Oceánicos cielos nos esperan, para seguir trazando el mapa de la galaxia onírica mientras paseamos a la orilla de un eclipse.
En un cuento nos encontramos, compañero caminante, y en un cuento nos reencontraremos. Todo está en todo, alado viajero. Nada importa, porque ya todo sucedió. Es solo baile, a la orilla del eclipse, eso atisban los navegantes de bóvedas celestes.
¿Qué contaremos, apreciado amigo, cuando hayamos cruzado la orilla?
¿En qué horizonte descansará la mirada? ¿En qué mar nos dejaremos mecer por lo soñado, alquimista de misterios? Aquí en la orilla podemos dejar de aparentar que no sabemos. Es solo baile, en medio de una lluvia de teclas musicales. Contaremos, cantaremos, apreciado amigo. Algo se cuenta o se canta siempre. Afinemos los oídos.
Todo está en todo. ¿Escuchas la sintonía de la sincronía? ¿Oyes ese algo que siempre canta?
¿No te encanta navegar hacia el amanecer? Compañero, yo encuentro reposo en tu mirada. ¿Qué contaremos, apreciado amigo?
A la orilla del eclipse, amigo viajero, se atisba en la mirada lo venidero. Junto a esta hoguera disfrutaremos del manto estrellado, ninguna noche es igual a otra. Lo podemos apreciar. Es solo baile, en medio de una lluvia de teclas musicales. ¿Las oyes? ¡Empápate!
Ven, amigo, bailemos sobre las olas de este nuevo eclipse conocido, hablemos sobre los creadores desconocidos...
Surcar, atravesar, navegar, volar, amigo tripulante. A la orilla de este eclipse es solo baile. Es retorno.
Todo está en todo, navegante amigo, todo está en todo.

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