Y se murió, enajenado con sus absurdos.
Enfermó de utopía.
Se dolía por su necedad.
Vivía encadenado a la libertad.
Deshallado, deshabitado, descolocado.
Rebuscaba por los cajones de los encuentros.
Y por doquier le nacían los tormentos.
Llegó ya magullado al mundo.
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