martes, 8 de febrero de 2011

Oleaje

Fue mi amigo el mar quien me lo trajo.
Ocurrió el día de los amaneceres. Lo recuerdo muy bien.
En su interior llevaba todas las palabras que una vez pronunció mi enmudecimiento.
Era un frasco-recuerdo.
Contenía también las piedras preciosas de nuestras vivencias.
Cuando lo abrí, se convirtieron en mariposas.
Tú cabalgando las olas de la desolación, y yo en la isla de la pena.
Pero no morirá, hermana, el océano que nos vela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario