martes, 7 de febrero de 2012

Soy, luego soy

Mientras el método discursa...
Al liberarse de todo se está más enraizado que nunca. Liberarse es abarcar. Si se liberan todos los planes incluyes todos los planes. Todo plan se ha realizado ya, nada es creado, sino recreado en este recreo. Ni me creo ni me destruyo, luego me transformo.
En el juego de este sueño, si sólo te entretienes pierdes, aunque salgas vencedor. Si lo disfrutas hasta el punto de convertirte en afirmación andante, estás a salvo.
En el juego de este sueño se sueña para jugar y se juega para soñar. Si jugamos, gocemos el sueño. Si soñamos, extasiémonos jugando.
En el juego de este sueño sólo hay un requisito: que no haya un sólo requisito para jugar o soñar.
Liberarse en el juego de este sueño significa que nada puede atarte, por lo que puede uno hartarse de atarse cuanto quiera.
Para jugar, sólo tiene uno que divertirse. Para soñar, sólo ha de estarse uno despierto. Nada tiene importancia en el juego de este sueño porque todo interesa. Se puede volar estando una bajo tierra. Crecer jugando mientras se sueña, sin otra preferencia que la de regocijarse, sin más ambición que la de deleitarse en el deleite.
Cuando sorprenderse es la única cosa que no nos sorprende, cuando todo es sin nada que alcanzar, cuando toda música procede de la misma nota se puede ser mientras se es.
En el juego de este sueño, todo lo que pueda ser soñado está permitido y es festejado, es un poder que posee hasta el más cuerdo.
Se disfruta mientras se recrea. Hay júbilo en este baile de juego soñado.
En este teatro de lo absurdo, todo es mentira menos las emociones que los personajes provocan en los actores.
En este globo hinchado de muñecos soy guiada por mí misma. En caso contrario, ¿dónde iría a parar mi recreación? Degeneraría en paso uniforme, en camino a ritmo de limitada partitura, en olvido del regocijo.
En este simulacro de realidad que estamos soñando por puro gozo, es la magia del alquimista la que lo hace genuinamente real. Hablo del arte de transformar, del cincelar lo inmortal con la herramienta de lo superfluo.
Esta esfera me resulta tan familiarmente extraña, tan firme en lo mudable.

Soy, luego soy. Más lejos no atisbo la mirada.
Estoy allá donde me lleva mi barca.
No codicio destino ni propósito, vivo en el ancho mar.
Soy, luego soy. Más cerca no hay nada.
Me dirijo al lugar que nunca he abandonado.
No albergo aspiraciones, moro en mi morada.

De creación en creación, respirando la compañía del sol, aun en plena noche, aun en plena lluvia. Allá donde me hallo me encuentro. Descarto todo descarte, no sé de tácticas ni disciplinas, ni de estilos o fórmulas. Me recreo en mi cosmos.
¡Si estamos flotando, si hacemos pie! ¡Si respiramos! ¿Para qué tanto sofoco por acumular salvavidas?
¡Que discurse el método!
Yo soy.

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