lunes, 7 de marzo de 2011

Lengüetazos al lenguaje

Granizan palabras como bolas de nieve entintadas.

Hoy no me pongo el chubasquero que me protege de los párrafos y párrafos que relampaguean en el literario cielo de la negra vida. No me resguardo, hoy no. Quiero sentir el diluvio universal de las palabras sobre todo mi cuerpo fragmentado. Quiero apostar mi vida por la palabra fracasada, quiero entregar mi vida al vocablo más pobre, oprimido y relegado que haya vivido y significado en toda la historia del lenguaje. Y quiero estar a su lado, por siempre, y llevarlo en mi bolsillo de certidumbres, allá donde el divino designio de los vocablos quiera que vayamos.

Y si he de perder la locura que me mantiene cuerda, que así sea.
Y si he de abandonar esta jaula que me libera, que así sea.

Tormentosa lluvia de palabras cae hoy sobre mi cabeza de barro paginada, y la dejo resbalar por mis mejillas de texto. Me empapa de prosa con su olor a poesía de la tierra.
Esta húmeda arcilla de versos me refresca las oraciones consabidas y las deja sin el fatídico punto final.

Hoy brilla el sol de mediodía en el mundo fraseado, resplandece con sus rayos transcritos por toda la lingüística de la creación. Y salgo al exterior, a la ficcional negra vida iluminada, a los vivientes bosques de cipreses legendarios que se ofrecen al firmamento de anónimas firmas estelares. El paisaje de los textuales pasajes es embriagador, todas las apalabradas flores han florecido. Es exquisito el perfume de los poéticos lirios silvestres, se agolpa a mis sentidos idiomáticos cual aroma de otro planeta, mágico y elocuente.

Hoy salí de la inmensidad profunda de mis gotas poetizadas, pero me asusta la superficie de cualquier verso. He vuelto a la cueva donde sopla la tempestad de las estrofas, me gusta cuando las siento golpeándome la cara.

Hoy sobrevuelan personajes sobre mi morada, me fascina observar sus vuelos.
Les doy a todos mi palabra, para que jueguen con ella. Pero se cansan pronto y la olvidan en un rincón. Sonrío para mis adentros. Ahora se han puesto a jugar con el vocabulario. Son unos bichos indómitos muy amados por mí. Me enseñan a que no se me olvide que vine a la vida, sobre todo, a disfrutar y a sentir.

Hoy he oído la llamada del océano de las letras silenciosas. Buceo por sus aguas, de inconsciencia desiertas, pesco voces pertenecientes a mudos significados que dejo en mi canoa de inmortales encuentros significantes. Luego los libero, para que otros buceadores de mares de letras puedan definirse sus sentimientos, también.

Hoy se ha marchitado el bosque de las flores apalabradas. He llorado negras lágrimas de tinta. Pero he sembrado nuevas semillas de texto. Nada muere en el mundo fraseado. Nada. Todo se alimenta de todo, es la misma esencia gestándose en múltiples facetas lo que de verdad queda.

Lazos enlazados a la tierra, hoy desenlazo.
Nudos anudados al alma, hoy desato.
Se me escurren entre los dedos los pensamientos.

Hoy pongo flores a palabras muertas.

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